A Raúl Harillo no le gusta mucho que le llamen chef, él prefiere cocinero, un término que le suena más a mancharse las manos y al calor de los fogones que a la fama que ahora rodea este mundillo. Y es que en Lúbora ha hecho justo eso, mancharse hasta para colgar él mismo los cuadros, y por supuesto, crear y probar frente a los fogones para que su carta hoy pueda alardear de tradición, de raíces y de toques de fusión que se salen de la norma en un local con encanto de la calle General Moscardó.

Su carta no es muy extensa, querían hacer sólo lo que les entusiasmara, y está en continua evolución. Cambia cuando lo marca el producto en el mercado y la creatividad en la cocina, lo que sucede con cierta frecuencia, aunque hay algunos imprescindibles de Lúbora que permanecen. Como el ceviche de gambón con sisho sobre pan crujiente de gambas, un bocado fresco, agradable, con un picor ligerísimo y con el punto crujiente del pan. La ensaladilla es otro básico, sencilla, a base de patata, huevo duro y una mayonesa casera muy cremosa, tiene como colofón el puntazo de un producto como la ventresca de atún sobre la que reposan láminas de mojama. Volvemos a la fusión con los baos Lua, una reinterpretación en la que el bao funciona como tosta crujiente (lo hacen al horno en lugar de al vapor) y sobre ella una lámina de foie, jamón ibérico, trufa, huevo frito y fideos fritos, y a disfrutar. Volvemos a la tradición con un plato poco común en las cartas de Madrid: las ancas de rana. Raúl las hace marinadas y fritas y las acompaña de salsa romescu, y el resultado es un plato que deberían probar hasta los escépticos, sabroso, con una salsa impecable y, como se suele decir, para comerlo como las pipas, porque una vez te lanzas, no paras.

No hay muchos fuera de carta, porque en cuanto en cocina prueban algo nuevo que les gusta, lo incluyen. Pero Raúl siempre está esperando poder ofrecer uno de sus favoritos, tan rico como difícil de encontrar en el mercado: las orejitas de cochinillo confitadas. Pregunta por ellas por si ese día hay suerte; si son las favoritas del chef, merecen ser catadas.

Para acompañar la comida tienen una carta de vinos que visita toda España para alejarse de lo típico, entregándose a los que se hacen en Madrid y probando con acierto uno de Cádiz, de Mallorca y Lanzarote. Los amantes de la cerveza encontrarán en la artesana que ellos mismos fabrican, la cerverza Lúbora, una IPA para disfrutar pausadamente.

De postre tienes que pedir la leche con galletas, que pierde la connotación infantil con una elaboración inesperada. Un helado de mascarpone con polvo de pistachos sobre un polvo muy fino de galleta, acompañado de una crema de dulce de leche y crujientes de galleta.

En Lúbora no hay nada ya visto, todo es muy personal, es lo que tienen los proyectos propios. Hasta la decoración ha sido ideada por ellos, con ayuda de la galería Échale Guindas. Lo demuestran las fotografías de las perritas de Rául que cuelgan de las paredes y que dan nombre al restaurante. La impresión que da a los comensales es la de estar en el salón de una casa, la de Raúl, y eres más que bienvenido.

[tabby title=»Precios»]
Precio medio carta 40-50€
[tabby title=»Horario»]
De martes a sábado de 13:30 a 0:30h, la cocina cierra de 16 a 20h
[tabby title=»Teléfono»]
91 126 16 50
[tabby title=»Dirección»]
General Moscardó, 39
[tabby title=»Metro»]
Santiago Bernabéu
[tabby title=»Online»]
Web / Facebook
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