Una casa de comidas donde disfrutar de platos tradicionales. Eso es Casa Mortero. Nada más y nada menos. Porque abrir en el año de la pandemia un restaurante especializado en «guisos y brasas» que, además, hace gala de la calidad de sus materias primas y de ofrecer sus platos a precios moderados no debe ser tarea fácil. Pero los años de experiencia de Pedro Gallego y su socia Carmen Pereda, el primero como asesor gastronómico y la segunda como directora de estrategia y jefa de operaciones, han posibilitado un arranque envidiable del que -sin temor a equivocarnos- es uno de los mejores restaurantes abiertos en Madrid en 2020.
El restaurante, situado en la calle Zorrilla, a espaldas del Congreso de los Diputados, es un espacio sencillo y diáfano, con una pequeña barra a la entrada y un comedor al fondo, diseñado por el estudio A+B Arquitectos. Un marco austero a la par que acogedor ideado para que centremos toda nuestra atención en los platos y todas las historias que hay tras ellos. La cocina a fuego lento ha sido la gran inspiración del anfitrión que, en su proyecto más personal, se ha propuesto recuperar las recetas y sabores tradicionales que le han acompañado desde su niñez.
Por ello, la carta del restaurante es una breve lista de sencillos y sabrosos platos tradicionales, a los que Gallego aporta su toque personal. Todos ellos elaborados según las técnicas de antaño, porque lo que persigue es que comer en Casa Mortero sea como comer en casa de nuestras abuelas. Y eso es justamente lo que recordamos cuando probamos su Sopa de pescados y marisco, sus Pochas con setas de temporada y carabinero o los Callos a la madrileña, platos de los de mojar pan sin ningún tipo de remordimientos.
Entre los platos con historia que comentábamos destacan la Ensalada de tomate de temporada con verdel de barril y zanahorias en escabeche, un pescado escabechado típico de Salamanca, provincia de la que son originarios los dos socios, y que la propia abuela de Pedro vendía en el pueblo. Al igual que los Torreznos fritos sobre patatas “meneás” de Salamanca con majado de pimentón, otra receta que aquí recuperan para el público de buen comer.
En el capítulo de las brasas, son indispensables los Pinchos morunos de pluma ibérica (que debemos tomar envueltos en una hoja de col rizada y acompañados de mojo picón), el Espeto de sardinas a la brasa con piquillos asados y las Mollejas de ternera con col encurtida y crema de maíz. Aunque siempre hay sugerencias fuera de carta que conviene escuchar siempre antes de pedir la comanda.
Los postres siguen la línea tradicional y sobria de la casa. Después de los principales, el equipo de sala siempre sugerirá para despejar el paladar, unas Frambuesas y moras con helado de yogur y sopa fría de menta y tomillo. Es opcional, por supuesto. Pero lo que no debe serlo es el Pan con chocolate con aceite y sal y la Tarta de queso, ambos excepcionales.
Al frente de la sala y la carta de vinos está el sumiller Juvenal Ventosa, que se ha ocupado de traer los vinos más idóneos para los platos de la casa. En contra de lo que pudiéramos esperar, la presencia de etiquetas y DO más clásicas resulta casi testimonial, y en su carta dominan los vinos ecológicos, naturales y biodinámicos de pequeños productores. Son vinos eficientes, divertidos y que ayudan a que el ticket final no engorde demasiado.
En resumen, todo un exponente de la buena cocina sin complejos y sin agujerear bolsillos, algo que a día de hoy se agradece enormemente.
📅 Lunes – Domingo
🕒 12:00–16:00, 20:00–24:00 (domingo solo mediodías)
📍 Zorrilla, 9
🚇 Sevilla
💶 30-40€ de media
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