No es posible comprar la felicidad, pero sí chocolate, y los beneficios que nos proporcionan son prácticamente lo mismo. Este producto, que ha pasado a formar una parte fundamental en la vida de muchas personas, entre las cuales nos incluimos, nos aporta grandes beneficios si se consume con moderación. Ahora imaginad que es artesanal, BIO y que, a la vez, con él se apoya el comercio justo. En efecto, estamos hablando de Millésime Chocolat.
Esta marca de chocolates caseros belgas lleva apostando desde sus inicios por la transparencia y el respeto al producto y a la tierra en todo el proceso: desde la cosecha hasta la producción y comercialización del dulce. Su filosofía bean-to-Bar así lo refleja, pues trabajan los granos de cacao para que pasen directamente a las tabletas.
Su amplia gama de chocolates está elaborada además con habas procedentes de la misma región y año de cosecha, lo cual garantiza un sabor puro y único. Pistacho, avellanas, almendras, café,… Hay de todo tipo y en todos los formatos posibles, de las clásicas tabletas de chocolate a trufas y cremas para untar.
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