El chef Mario Vallés solo tiene que caminar unos pasos para pasar de la cocina de su primer restaurante, el refinadísimo Hortensio, al concepto más informal que ha montado en la calle Almagro. Se llama Narciso y ha adoptado la forma de una brasserie clásica parisienne para servir la cocina clásica francesa que formó a Vallés, un ex judoka que encontró en los fogones su nueva vida tras retirarse de la competición deportiva. Mimo, elegancia y clasicismo definen este nuevo enclave de Chamberí, se ve en el ambiente iluminado por unas maravillosas lámparas belle époque y se saborea en unos platos que llevan el inconfundible sello Vallés.

La carta de Narciso revisa ese clasicismo que ya triunfó en Hortensio. Aquí Vallés quería hacer cocina para el día a día, informal pero elaborada. Y así salieron platos como la ensalada de remolacha, foie, mango y frutos secos, una atrevida combinación de ingredientes decidida a combatir  el aburrimiento que el capítulo de ensaladas despierta habitualmente entre el público. Los tacos mex (con sashimi de atún o solomillo, ambos excelentes), el huevo Narciso y las croquetas de jamón son perfectos para empezar, aunque el plato que sí o sí hay que probar es la carbonara de calamares, que aparece en el apartado de los pescados, pero se recomienda pedir al centro de la mesa porque todos querrán meter el tenedor. Para los que se decanten por platos de mar, el pulpo a la brasa y el rape Narciso con brócoli; y para los carnívoros, la costilla de cordero con salsa de yogur o la lasaña de rabo de toro con patatas crujientes. Puedes pedir guarniciones extra como escalibada de verduras o patatas fritas que pondrán un punto fresco y crujiente al plato. Y es recomendable regar la comida con la carta de vinos que han creado Juancho Asenjo y Luis González, sumiller de Hortensio.

En cuanto a los postres, los seguidores de Vallés han hablado: la tarta Tatin de manzana es la gran favorita. Quien quiera saltárselos y pasar directamente a la coctelería, encontrará en las creaciones de Nicolás Smircich el punto exótico a una comida por lo demás de corte tradicional y el toque tropical para tomar entre horas. Porque Narciso abre todo el día, desde los desayunos de pan au chocolat, croissant de mantequilla o las castizas porras, hasta el último cóctel tras la cena.

Aquí se disfruta de la tradición casi viajando en el tiempo. Y es que, al cruzar la puerta, entras a un café centroeuropeo de los años 40, uno de esos en los que imaginas a la alta sociedad de París y Viena conversando. Una barra de mármol coronada por unas antiguas farolas urbanas de Nantes reconvertidas en lámparas, deja intuir un sitio con solera. El espacio consta de cuatro salones: el de la planta baja, iluminada por lámparas belle époque conseguidas en casas de subastas y mercadillos; otro salón más tras la barra, otro más pequeño a la izquierda de la misma, y un cuarto en la planta de abajo. Encanto parisino en detalles que dicen: Bienvenue de nuevo, señor Vallés.

[tabby title=»Precios»]
Precio medio carta 40 – 50€; desayuno 7€
[tabby title=»Horario»]
De lunes a domingo de 08 a 02h
[tabby title=»Teléfono»]
91 737 97 37
[tabby title=»Dirección»]
Almagro, 32
[tabby title=»Metro»]
Rubén Darío/Alonso Martínez
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