En la calle Recoletos, entre el barullo de los coches y los oficinistas trajeados, hay un rincón que huele a tartas, a tomate y a laurel. Que se decora con mimbre y vegetación y que apuesta por la cocina casera con productos gourmet, la que no tiene grandes artificios pero sirve lo mejor del mercado. Por tener, tiene hasta su propio obrador de pastelería casera. Se llama Mamá Chicó y guarda 30 años de tradición familiar en unas recetas para chuparse hasta los codos.

Todo comenzó en Argentina, en una pequeña panadería regentada por un experto en el arte de la harina, donde el amor por esta materia prima era tan grande como el éxito de sus productos. Con esa panadería llegaron a A Coruña y de sus hornos salió una idea: crecer, montar un sitio donde sus masas fueran protagonistas y tomaran forma de pizzas finísimas y pastas frescas artesanas. Martín Héctor Presumido, su hijo, dio forma a esta idea y la llamó Mamá Chicó en honor a su madre, una mujer porteña de las que cocinan a fuego lento. El resultado: platos ricos, sencillos pero diseñados al detalle para que cada producto destaque. No podía ser de otra manera, teniendo en cuenta que se traen las masas y pastas artesanas de su obrador gallego y escogen lo mejor de nuestro mercado y lo mejor del italiano para crear platos mediterráneos con una vuelta de tuerca.

Así pues, olvidemos las pizzas tradicionales, éstas son especialmente finas y tienen ingredientes exquisitos. La de jamón ibérico con huevos rotos y aceite de trufa es una de las grandes triunfadoras, seguida de la de boletus y trufa con ricotta, lascas de parmesano y rúcula, la de setas de temporada con foie, cebolla caramelizada, rúcula y coulis de frambuesa y la de salmón ahumado con puré de aceitunas negras. Todas están disponibles en dos tamaños. Para los que prefieran pasta hay tres recetas de ravioli: de boletus con wasabi, almejas y parmesano; de salmón con salsa de naranja y almendra; y de foie con cebolla caramelizada y trufa. Y otras cuatro pastas que puedes combinar a tu gusto con sus salsas. Puedes elegir una pasta rellena, por ejemplo, de calabaza asada y parmesano, y aderezarla con pesto verde, salteado de setas y huevo, curry, trufa y huevo escalfado… Todo se hace al gusto porque todo se hace al momento. Para compartir puedes pedir, desde una burrata con helado de pesto verde y polvo de aceituna negra, hasta un pulpo de las Rías Baixas a la parrilla con puré de patata trufado o unas zamburiñas gallegas a la plancha con patatas crujientes, huevos rotos y trufa. Mezclas sorprendentes en todos los platos que casan a la perfección dos cocinas que hasta hoy no se habían encontrado.

Aquí sí o sí hay que pedir postre, porque en el propio restaurante tienen un obrador donde hacen los panes especiales y las tartas del día. Ana Cruelles es la maestra pastelera y de sus manos salen tartas milhojas de dulce de leche (un guiño al país natal del dueño), profiteroles de crema de plátano, pasteles de limón y toda una serie de dulces que sorprenden cada día.

El ambiente invita a relajarse, bien sea en el primer espacio –una terraza cubierta con toques románticos–, en el interior –un salón donde el hierro, el mimbre y la vegetación se funden con una iluminación acogedora– o en la zona privada tras la cocina. En los tres, el sabor de la tradición está presente.

Fotos: Paco Montanet

Precios: Precio medio carta 35-40€
Horario: De lunes a jueves de 08:30 a 16:30h y de 20 a 00h, viernes de 08:30 a 01h, sábado 10 a 01h y domingo de 11 a 16h
Teléfono:  91 157 42 46
Dirección: Recoletos, 10
Metro: Banco de España / Colón
Online: Web / Facebook