Volver a poner sobre la mesa el término ‘fusión’ es arriesgado, básicamente porque no augura ninguna sorpresa a estas alturas. Pero cuando nos dicen que se trata de un ‘japo-mex’, la cosa cambia (y mucho). Fusionar dos puntas del mundo tan dispares invita a jugar y si las reglas las ponen dos chefs –uno mexicano y otro especialista en cocina nipona– y un bartender con bagaje, la cosa se pone interesante. Cuidado porque la apuesta de Peyote San no es parecida a nada que hayas visto ya, y el juego solo acaba de empezar.

Sus creadores sabían que no era fácil mezclar lo disfrutón del mexicano y el saber estar del japonés, en la vida y en los fogones. Por eso, contaron con Hugo Muñoz, experto en cocina nipona, y con Roberto Velázquez, mexicano de nacimiento y profesional de su gastronomía. Juntos han conseguido fusionar ambas puntas del planeta respetando al máximo dos tradiciones por las que sienten devoción. Para eso han creado una carta con una parte puramente japonesa –con nigiris y sashimis–, otra puramente mejicana –con tacos y aguachiles– y una tercera con fusión de ambas, la mayoritaria. Para empezar proponen unos bocados en los que destacan las ostras Guillardeau con clamato y goa o con ponzu y pico de gallo y los ‘mexillones’ con tabasco casero de yuzu, sabrosos y frescos con un sutil picante. Los takoyaki (buñuelos de pulpo cremosos), las tortillitas souflé rellenas de crema de frijol y cochinita pibil y los nigiris de pollo con mole negro son tres entrantes divertidos y muy top que anuncian el ritmo de lo que vendrá después. Si eliges pescado pregunta por el ikezukuri, te pondrán el del día en sashimi con aderezo japo-mex, una mezcla de soja, sésamo y sabores mexicanos que suben el producto a otra categoría. O escoge el black-cod, al que llaman ‘falso bacalao’, sabroso y con una emulsión de jengibre y jalapeños. Para los carnívoros no hay duda: el costillar de res con salsa teriyaki y yuca frita es una opción segura. Una carne jugosa que se deshilacha, con el toque dulce y meloso de la salsa caramelizada y el contraste de la textura de la yuca. Eso sí, hay que ir con hambre o estar dispuesto a compartir.

De postre, los golosos tienen que pedir el pastel Tres Leches con merengue, un bizcocho empapado en leche evaporada, condensada y la habitual; y quienes quieran algo fresco, la macedonia de lichis con tartar de fresas, espuma de flor de Jamaica y crocant de almendra.

La coctelería está dispuesta para abrir boca, cerrar la comida o ensalzar los platos en el transcurso. La carta ha sido diseñada por el bartender Carlos Moreno; su currículum dice mucho de él, pero probar el Tequila Volcán, la Horchata de Sake o la Tarta Peyote Líquida, con aromas y sabor a chocolate, no dejan lugar a dudas de su manejo de la coctelera. Si no te decides entre los de la carta, pregunta, con cuatro pistas sabrá mezclar lo que buscas.

En Peyote San todo tiene cabida, desde un brunch a una copa pasando por una comida ligera o un banquete de horas. Ventanales, arte, el color de México y lo cálido de Japón, y una terraza que abre todo el año componen la atmósfera idónea para cualquier plan.

Fotos: Paco Montanet

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Precio medio carta 35-50€
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De lunes a viernes de 09 a 02:30h, sábado y domingo de 11 a 02:30h.
[tabby title=»Teléfono»]
91 088 22 12
[tabby title=»Dirección»]
Marqués de la Ensenada, 16
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Colón
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