Lo que nació como un mercado de productores se ha transformado ahora en un restaurante café y en un lugar en el que disfrutar la gastronomía de forma conjunta. Alojado en Medialab Prado, el Mercado La Buena Vida se ha convertido en todo un referente para quienes desean disfrutar de su dieta de una forma coherente y responsable -tanto para uno mismo como para el resto del mundo-.

Así, La Buena Vida trabaja directamente con los productores, librándose de intermediarios y haciendo que los alimentos lleguen directos del campo a la mesa. Los recipientes y botellas, por su parte, son retornables y compostables en la medida de lo posible, huyendo del uso de plásticos y apostando por el respeto medioambiental. Por último, este espacio gastronómico se está esforzando en introducir productos ecológicos y artesanos, además de diferentes opciones de comercio justo y de proximidad.

Estas cadenas cortas que hemos nombrado, en las que el trato con los productores es directo, se llevan a cabo con los productos de temporada de Sol & Fruta, Cobardes y Gallinas, La hornera, Los Combos, Vermut Casa Mariol o Quesería Jaramera. De cara a la temporada de invierno, por ejemplo, ya se han dejado caer por La Buena Vida las primeras naranjas Valorange y mandarinas ecológicas. De esta forma tanto la carta del restaurante como las actividades que se lleven a cabo en el Mercado, estarán marcadas por este vínculo especial entre los productores y el consumidor.

MUCHO MÁS QUE UN RESTAURANTE

La oferta de La Buena Vida está basada casi en exclusiva en cuestiones gastronómicas, pero han decidido desarrollar actividades paralelas para animar desde el ocio y la cultura los estilos de vida saludables. Y es que todos los sábados se realizarán actividades gratuitas para el disfrute de todos los presentes, donde la música y los DJs serán los protagonistas. El colectivo Sonidero Mandril ameniza las tardes y veladas en un marco tan personal como Medialab, para terminar de completar una experiencia gastro diferente.

Este espacio gastronómico se posiciona como una rara avis en el centro urbano de Madrid, un lugar de encuentro que funciona a su vez como restaurante, como núcleo de reunión para foodies y como escaparate para tendencias alimentarias y de consumo todavía por explotar -para quienes no las conozcan, claro-.

La Buena Vida