El café más antiguo de Madrid, el Café Comercial, ha vuelto a la actividad recuperando todo el esplendor que tenía a finales del siglo XIX cuando se inauguró por primera vez en el número 7 de la Glorieta de Bilbao, donde se ubica. Y aunque el lavado de cara ha sido importante, obra del estudio de interiorismo Madrid in Love y de los arquitectos de Rehabilitar, su nueva imagen mantiene vivos no solo muchos de los elementos arquitectónicos más característicos –lámparas, el tapizado de sillones y sillas, maderas y mármoles…–, sino también la esencia cultural y de barrio que siempre le ha caracterizado.
Tres zonas diferenciadas conviven ahora en el rejuvenecido café: la barra de entrada para los típicos desayunos, muy similar a la que había antes; el salón de la planta baja, que recupera el glamour de antes con grandes espejos, tapizados en colores caldera y granate, ventanales a la calle y visillos de época; y una planta superior que prácticamente ha sido rescatada del olvido y que ahora cuenta con un salón comedor polivalente –la presencia de un escenario al fondo hace pensar que nos esperan largas noches de música en vivo…– y una barra de coctelería para la hora del afterwork.
Del apartado culinario se encarga Pepe Roch, asesor gastronómico del grupo El Escondite, con una carta que apuesta por el regreso a los orígenes castizos y a la cocina de mercado. Una oferta extensa, que pretende satisfacer a todo tipo de públicos y necesidades, desde los que tienen predilección por el picoteo y los platos para compartir, hasta que los que tienen claro que lo suyo es un menú tradicional a base de platos contundentes. Para los primeros, lo más recomendable son los taquitos de merluza de pincho a la romana, el atún rojo ‘vuelta y vuelta’ o las alcachofas confitadas con aceite arbequina (sin duda, un must). Además, de los mejillones tigre, las croquetas con leche de Guadarrama (de ibérico de bellota o camarones al natural), la ensaladilla clásica El Comercial y sus (espectaculares) patatas bravas con ali oli de medroño, que han de incluirse obligatoriamente en toda comanda.
Ya para los partidarios de los platos únicos y con sustancia son obligados el canelón de rabo de toro con su jugo con bechamel y portobello, el arroz meloso a fuego lento con chipirones, gambones y jugo de carabineros o el sapito de rape a la espalda con panaderas hecho en el Josper. Siempre sin excederse porque conviene hacer hueco a los postres, de los que se encarga Berno Lazer Paryathussery, el jefe de pastelería del Café Comercial, con propuestas como la torrija caramelizada sobre arroz con leche y helado de violeta o la tarta de queso con frutos rojos y helado de galleta que ponen la nota dulce a esta nueva etapa de uno de los cafés míticos de Madrid.